PROTÁGORAS
Para los sofistas, prima la utilidad sobre el bien, por lo que defendieron que las leyes de la ciudad son resultado de un acuerdo o consenso entre los ciudadanos; de este modo, contrapusieron las leyes de la ciudad (nomos) a las leyes de la naturaleza (physis).
Las leyes humanas determinan lo que es correcto e incorrecto, y su contenido depende del contexto histórico y social. Además, por ser convencionales, no tienen fuerza por sí mismas, por lo que requieren la fuerza de la sanción para imponerse.
SÓCRATES
Se opuso al relativismo de los sofistas. Si no existiera una verdad y un bien más allá de lo que pueda convenir en un momento dado, entonces no tendría cabida una vida política racional. La búsqueda, en común y mediante el diálogo, de valores objetivos que fundamenten la vida en la polis no significa aceptar el relativismo; al contrario, implica reconocer que es posible que la ciudadanía conviva armónicamente, es decir, según la virtud, en la polis.
PLATÓN
Siguiendo a Sócrates, consideró que las leyes y la justicia son inherentes a la naturaleza humana misma, no producto de las decisiones de las personas. La vida en sociedad tiene como finalidad proveer de lo necesario para el bien de la ciudadanía tanto en lo material como en lo espiritual. Buscó la organización social perfecta presentando la primera utopía social. Los fines últimos de esta sociedad ideal debían ser la justicia y la vida virtuosa de los ciudadanos.
ARISTÓTELES
Pensó, como platón, que el fundamento de la política reside en la naturaleza humana. El ser humano es un animal social; por tanto, solo en sociedad- y en una sociedad organizada según la justicia- puede vivir de una manera virtuosa, recta y feliz. Se impone, así, la necesidad de idear un Estado, un cuerpo político que cumpla con esa finalidad. El Estado surge naturalmente para atender las necesidades de la ciudadanía. Defendió la existencia de unos derechos naturales que no se deben conculcar. Rechazó, sin embargo, la sociedad ideal platónica, pues consideraba que hay que impedir que el poder y la riqueza se acumulen en manos de unos pocos.
TOMÁS DE AQUINO
La sociedad política tiene su fundamento en sus necesidades materiales y en la tendencia social, dirigida a la convivencia, del ser humano. Solo en clave social y virtuosa puede el ser humano desarrollar plenamente sus potencialidades personales. Además, también la autoridad y el poder político son propios de la naturaleza racional humana. Tiene, como Aristóteles, una finalidad positiva, una esfera y un fin propios. De hecho, la política es la ciencia práctica más noble, pues su objeto es el más elevado: el bien común, que es superior al bien de los particulares. El Estado está obligado a proporcionar las condiciones esenciales para que la ciudadanía logre su perfección integral, y en él incluye su fin trascendente.
MAQUIAVELO
El poder político es un equilibrio de fuerzas, una especie de compensación que evita la arbitrariedad de los sujetos individuales. El príncipe debe ser el elemento de unión de las diferentes voluntades de sus súbditos. La labor del gobernante se independiza de la moral, ya que lo único fundamental es la “razón de Estado”: no importan los medios que utilice, siempre y cuando alcance los fines estatales. Maquiavelo defendió un tipo de ciudadanía en el que la obediencia y la sujeción al príncipe con los únicos vínculos existentes entre el individuo y su comunidad.
HOBBES
Los individuos, en estado de naturaleza, son egoístas y viven inmersos en una guerra de todos contra todos. Mediante el acuerdo intentan superar esa violencia. Su pensamiento pretendió fundamentar la soberanía de los reyes, cuya fuente es el pacto de los ciudadanos- súbditos. Al perderse un referente objetivo- ya sea la naturaleza humana, ya sea el Ser supremo-, el Estado queda como único árbitro de la acción social, mantenedor exclusivo del orden y la ley.
LOCKE
El origen de la sociedad es un pacto o contrato entre individuos cuyo fin es lograr que todos respeten la ley natural. Todo ser humano es, antes que ciudadano, un individuo que posee unos derechos naturales previos a la constitución de la sociedad. Por ello, la limitación del poder del soberano es una tarea primordial, de tal manera que los derechos de la ciudadanía no se vean mermados por el poder político. En este sentido, defendió la división de poderes y, frente a Hobbes, rechazó el absolutismo. Sostuvo que la aplicación de las leyes se debe realizar por igual en todos los casos, de acuerdo con el principio de igualdad ante la ley. Defendió la tolerancia, la libertad de pensamiento y la libertad religiosa. Se le considera el padre del liberalismo político.
ROUSSEAU
El origen de la comunidad obedece a la necesidad de los seres humanos de asociarse con el fin de sobrevivir. Al asociarse, el individuo se constituye en ciudadano y transmite sus derechos a favor del Estado civil. Este, entonces, emerge como un todo superior al que pertenece la ciudadanía, la cual debe obedecer las leyes que emanan del poder político, pues solo de este modo se podrá asegurar la subsistencia del cuerpo político. Frente a Locke, no reconoció los derechos naturales del ser humano como límite del poder político.
KANT
También sostuvo la idea del contrato social como origen de la convivencia humana. Afirmó que, al igual que la ética, el derecho no se puede fundar en el concepto de bien o lo útil, sino en el de deber. Sin embargo, mientras que la moral proviene de una norma interior al sujeto, la ley se le impone desde fuera. La sociedad civil tiene como objetivo permitir la coexistencia de la libertad externa de cada uno con la de los demás mediante el uso de la fuerza, si es preciso. El legislador promulgará leyes como si estas emanaran de la voluntad de todo el pueblo. Así se logrará la conciliación de las libertades particulares con la ley universal que dicta la razón. Defendió la separación de poderes, pero consideraba que el soberano no tiene ningún deber que lo limite ante los súbditos. En el orden internacional, la meta última es la paz perpetua. Según él, para alcanzarla es necesario el logro de una federación de Estados libres y la creación de un marco legislativo internacional.
MARX
El Estado es solo un instrumento de la opresión de la clase dominante. Por lo tanto, el Estado liberal de derecho y sus manifestaciones se deberían derogar. Marx postuló que el motor de los procesos históricos es la lucha de clases. Pensó que su concepción era científica y que, por consiguiente, se produciría necesariamente.
El estadio definitivo de este proceso consistiría en la instauración del comunismo. Este supone una especie de vuelta a un hipotético estado de naturaleza en el que no existen la propiedad privada ni la desigualdad, y ya no será necesario que ningún hombre ejerza su poder sobre los demás. Sin embargo, parece inevitable usar la estructura del Estado en una fase intermedia, denominada dictadura del proletariado, cuya principal patera consistiría en crear las condiciones necesarias para alcanzar el comunismo.
KELSEN
El poder se debe regular por las normas del derecho positivo. Estas normas (en las que se incluyen los derechos humanos) son tales porque así lo ha establecido la legislación positiva del Estado. Se trata de normas que tienen un carácter puramente formal y que se fundan en una norma suprema aceptada por la ciudadanía. Al ser solo formales, las autoridades son libres para decidir su contenido. El poder del Estado encuentra su legitimidad en la eficacia de su ordenamiento jurídico.
RAWLS
Sostuvo que el pacto social tiene como finalidad el logro de una sociedad bien ordenada. Para que este buen orden sea posible, la ciudadanía debe ser capaz de alcanzar, a través del razonamiento moral, una idea común sobre “las esencias constitucionales”. No se trata de que comparta los mismos principios, sino de que alcance un acuerdo mínimo, que Rawls denomina equilibrio reflexivo. El acuerdo alcanzado permitirá la garantía de las libertades básicas de los ciudadanos y las ciudadanas y, al mismo tiempo, la existencia de una igualdad de condiciones equitativa para todos. Esta igualdad es un principio esencial de la ida política que se ha de plasmar en lo que Rawls llama cooperación social, que consiste en que la ciudadanía acepte unas reglas que permitan paliar las desigualdades.
ORTEGA y GASSET
Reflexionó sobre el fenómeno de la sociedad de masas, en la que se oculta a las ciudadanas y ciudadanos “excelentes” porque sobresalen de lo común. Este fenómeno conlleva el peligro de la “tiranía de la mayoría”. Según este filósofo, la masa misma no es consciente de sus propios límites y carece de capacidad crítica. El ser humano “excelente”- en sentido espiritual- siempre es exigente consigo mismo, tiene afán de superarse y no es conformista. En este sentido, denominaba masa a un modo de ser: el hombre gregario e inactivo. Este no puede constituir una sociedad madura y, por ello, es susceptible de manipulación. Llamó hiperdemocracia a la suplantación que la masa ha llevado a cabo en ciertas actividades, como el juicio estético o las funciones de gobierno. Esto provoca la rebelión de las masas: la institucionalización de la mediocridad y la incultura.
SPAEMANN Y RHONHEIMER
Spaemann reflexiona sobre los fundamentos del derecho en la ley natural, debatiendo con las otras corrientes de nuestro tiempo, en concreto con Habermas y el utilitarismo. Defiende que lo natural está inscrito en nuestros juicios más profundos y desde allí da sentido y fundamento a las prescripciones racionales del derecho. Hay una unión primordial entre physis (naturaleza) y lógos (cultura).
Rhonheimer da un paso más uniendo el iusnaturalismo con el personalismo: la verdadera autonomía de la persona y los diversos ámbitos de su vida social no se construyen como elementos independientes, sino que se unen en un uso adecuado de la razón práctica.
(AA.VV. Filosofía. BA Código abierto. Editorial Casals. Barcelona. 2022)