LAS FUNCIONES DE LA RAZÓN.
1.1. Racionalidad y lenguaje.
La capacidad racional del ser humano está vinculada a su capacidad lingüística. Quizá consideres que también los animales tienen un lenguaje, pero esto no es del todo exacto. Sin duda, los animales se comunican a través de diversos tipos de señales (químicas, olfativas, visuales, y también orales y auditivas). Pero el sistema de comunicación animal no es un lenguaje simbólico como el nuestro. Sus señales están vinculadas al estímulo en una relación causa-efecto: ante un ruido extraño (estímulo) el perro ladra (señal). También nosotros emitimos señales (como cuando ante una sorpresa exclamamos “¡Oh!”). Pero el lenguaje humano consta sobre todo de símbolos que representan las cosas y hechos del mundo, sin tener con ellas una relación causal y natural, sino representativa y convencional-cultural: las señales forman parte del mundo, de las relaciones causa-efecto que lo integran; los símbolos representan el mundo, están a otro novel. Si digo “la muralla más larga del mundo está en China” estoy representando cosas y hechos lejanos, de los cuales ni siquiera tengo experiencia, mediante unos símbolos convencionales, sin ninguna relación causa-efecto con un estímulo.
En tanto que hablamos tenemos, pues, una capacidad racional. Se ha adiestrado a algunos simios en el lenguaje de los sordomudos y se han comunicado simbólicamente con los humanos. Un animal que emplea un lenguaje simbólico, ¿será, entonces, racional? Sabemos que nuestra diferencia con el resto de animales es gradual y no sustancial ya que los humanos provenimos por evolución de otros animales, lo cual significa que también la racionalidad ha aparecido en la Tierra en un momento dado, evolutivamente. Pero en cualquier caso el lenguaje simbólico no se da entre los simios, ni tampoco en otros animales, en su medio natural, sin adiestramiento humano. Es por lo tanto una característica exclusivamente nuestra, que nos posibilita la racionalidad.
El término griego logos significa al mismo tiempo razón y lenguaje porque las funciones racionales van indisolublemente vinculadas al uso del lenguaje. Las funciones de la razón en un sentido amplio son:
a) Establecer conceptos, que formulamos en el lenguaje con palabras.
b) Relacionar los conceptos construyendo juicios o proposiciones, que formulamos en el lenguaje con enunciados.
c) Relacionar las proposiciones entre sí de diversas maneras, una de las cuales constituye la tarea más específica de la razón: construir razonamientos, que se expresan lingüísticamente en forma de argumentos, donde unos enunciados (premisas) justifican otros (conclusión). Justificar con argumentos lo que se afirma es una característica fundamental del saber racional un requisito imprescindible de la racionalidad del saber.
1.2. Los conceptos.
Los conceptos son abstracciones que nos permiten clasificar las cosas. Así, el concepto de árbol es una abstracción que incluye muchas entidades distintas, como pinos, robles, palmeras…Es más, también palmera o pino son conceptos, abstracciones con las que clasificamos entidades individuales, quizá semejantes, pero no iguales.
En tanto que las cosas se asemejan y se diferencian en muchos aspectos la clasificación conceptual es siempre un tanto arbitraria y convencional. Responde a semejanzas objetivas de las cosas, pero también a nuestros intereses, que nos hacen obviar las diferencias entre ellas. Así, en el concepto de pez incluimos tanto a los tiburones como a las sardinas (que distan tanto evolutivamente entre ellos como un ave de un mamífero) porque nos atenemos al criterio de que viven en el agua, son fusiformes y tienen la sangre fría…Si un pez clasificara a los animales terrícolas quizá nos clasificara a los humanos junto a las gallinas. ¿Existen los “peces”? Sí en nuestro mundo conceptual pero sólo indirectamente: y como consecuencia de ello, en nuestro mundo perceptivo.
Las distintas lenguas suelen formular un mismo concepto con diferentes palabras, como “árbol”, “tree”, “arbre”, pero además, sobre todo si no están demasiado emparentadas entre ellas, pueden tener también diferentes conceptos, clasificar las cosas de manera distinta y, por lo tanto, dar lugar a diversas organizaciones del mundo perceptivo.
1.3. Enunciados y proposiciones.
Cuando una persona considera, por ejemplo, que los molinos de viento son gigantes, decimos que “ha perdido el juicio”. Un juicio es el acto mental por el cual relacionamos los conceptos dando como resultado una proposición, la representación de un hecho del mundo, que se puede formular lingüísticamente mediante diferentes enunciados. Así “la nieve es blanca”, “blanca es la nieve”, “the snow is white” serían enunciados que expresan la misma proposición, ya que representan el mismo hecho del mundo. Aunque el enunciado es, por lo tanto, la formulación lingüística de una proposición, aquí emplearemos los dos términos como sinónimos (ya que toda proposición debe expresarse mediante algún enunciado y todo enunciado expresa una proposición)
Es importante señalar que no toda oración es un enunciado. El lenguaje tiene diversas funciones, según la intención con que lo usamos:
-Función informativa: cuando queremos comunicar un conocimiento sobre los hechos, describir una situación de los objetos del mundo o del propio sujeto que habla. Ejemplo: “me duele la pierna”.
-Función expresiva: cuando lo que queremos es comunicar nuestras emociones o sentimientos. Por ejemplo: ¡Estoy hasta el moño!
-Función directiva: cuando se pretende inducir al oyente a realizar una acción determinada, como cuando haces una súplica o se da una orden o un consejo. Ejemplo: ¡Cállate ya!
Un enunciado es una oración susceptible de ser verdadera o falsa. Como se puede ver las oraciones con una función expresiva o directiva no son ni verdaderas ni falsas, ya que no pretenden informar sobre hechos, sino expresar emociones o sugerir acciones. La propiedad de ser verdadero o falso solo corresponde a las oraciones que tienen una función informativa: los enunciados.
1.4. Razonamientos y argumentos.
La función más específica de la razón es razonar, un acto mental que encuentra su expresión lingüística en los argumentos. Un mismo razonamiento se puede expresar en el lenguaje de diferentes maneras, mediante distintos argumentos. Nosotros vamos a usar los dos términos, argumento y razonamiento como sinónimos.
Cuando razonamos relacionamos los enunciados de tal manera que unos enunciados, llamados premisas, sirven de fundamentación a otro enunciado, que deriva de los anteriores y se llama conclusión. Es decir, en un razonamiento a partir de las premisas se infiere una conclusión. Derivar una conclusión a partir de las premisas es hacer una inferencia.
Los argumentos permiten justificar lo que afirmamos, característica ésta imprescindible en todo saber racional. Aquello que defendemos (la conclusión) se justifica a partir de una información previa, que son las “razones” en que nos basamos para defenderla. Por ejemplo: todas las sales se disuelven en el agua y esta sustancia es una sal, por lo tanto se disolverá.
Pero no todas las relaciones que establecemos entre los enunciados son argumentativas. A menudo son meramente informativas, como en el caso de las exposiciones y explicaciones. Si narro lo que hice ayer o describo cómo va vestida una persona no estoy argumentando, sino informando, hago una exposición de los hechos mediante enunciados complejos, pero no estoy justificando nada.
Tampoco son argumentaciones las explicaciones de los hechos, aunque a menudo se pueden confundir. Si digo “las calles están mojadas porque ha llovido” estoy aclarando las causas o condiciones de un hecho bien establecido (que las calles están mojadas), un hecho que no se pone en cuestión no por lo tanto debo justificar, solo explicar. El “porque” no es aquí un indicador de argumento, sino que da paso a información “nueva” sobre las condiciones de un hecho. La vinculación entre el enunciado “ha llovido” y el enunciado “las calles están mojadas” es meramente empírica, representan dos hechos conectados causalmente, pero la conclusión no deriva lógicamente de la premisa.
Evidentemente que explicación y argumentación sean cosas distintas no significa que no guarden relación. Muy a menudo las argumentaciones incluyen explicaciones, pero es importante percatarse que una argumentación justifica un enunciado en tanto que deriva lógicamente de otros, no se limita a informar sobre las vinculaciones causa- efecto entre los hechos, como hacen las explicaciones.
( AA.VV. Filosofía y Ciudadanía. Cuaderno I. El saber filosófico.1º de Bachillerato. Editorial Diálogo. Valencia. 2008)